lunes, 3 de marzo de 2014

No reconocer la ausencia de Dios como ausencia


El Occidente satisfecho, orgulloso, poderoso, se está revelando cada vez más hambriento, miserable y débil. La razón está precisamente en que está lleno de cosas pero vacío de verdad, bondad, belleza, espiritualidad. 

El filósofo alemán Martin Heidegger escribía en 1950: «El tiempo de la noche del mundo es tiempo de pobreza. El mundo ha llegado a ser tan pobre por no reconocer la ausencia de Dios como ausencia». 

El progreso es importante porque abre nuevos horizontes; la técnica hace más agradable la vida; la ciencia explica muchísimos secretos de la naturaleza. Pero el hombre y la mujer tienen en sí un misterio de trascendencia, de amor, de verdad, que supera toda dimensión espacial y temporal. Por esto anhelan una plenitud absoluta, cultivan ilimitados deseos, buscan alcanzar lo divino, esperan una explicación sobre el sentido último de la vida y de la existencia.

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